Existen muchos reportajes, muchas entradas de Internet sobre mí. Y de muchos países inclusive. Las noticias se refieren a mi inocencia o a mi culpabilidad en el secuestro de tres personas. En cada nota periodística, en cada reproducción de videos, existe una sección de comentarios, muchas veces más interesantes que la misma llamada inicial de Internet.
Quiero destacar un ejemplo. El blog Zurda Siniestra metió un pequeño artículo donde se decía lo fácil que es para el presidente Calderón decirle no a Sarkozy. De inmediato comenzaron a llover comentarios, unos pidiendo información, otros ofreciendo información. Y casi todos inclinados a mi inocencia, condenando las tenebrosidades mexicanas de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial… Vamos: el Estado Mexicano por entero, incluyendo a su policía.
Pero en miles de casos (y no es exageración) los comentarios a nivel curiosidad, a nivel interés o incluso a nivel periodístico se preguntaban: ¿Es tan ingenua, tan tonta que nunca se dio cuenta de que vivía con un secuestrador?
Estas líneas intentan aclarar esta pregunta que aparece constantemente, cuando todo está dicho. ¿Soy tan ingenua que nunca supe nada del hombre con el que convivía? He aquí la respuesta: nunca “conviví” con Israel Vallarta. En una pequeña entrevista que concedí a un reportero quien me preguntó de mi tan comentada relación, le ofrecí un resumen:
Conocí a Vallarta a través de mi hermano en Agosto del 2004. Israel Vallarta me invitó a comer y a pasear en varias ocasiones. Empezamos una relación sentimental en Noviembre del 2004. Yo vivía en mi departamento ya que siempre me ha gustado vivir de forma independiente. A veces, Vallarta me visitaba allí. Otras veces, me invitaba a su casa (el “Rancho las Chinitas”), pero solamente los domingos, pues el resto de la semana yo trabajaba. A nuestra relación, Israel le daba mucha importancia. Yo casi ninguna. De hecho, tenía más o menos al mismo tiempo una relación con otro, un francés. No debe pensarse en “engaño”, porque los dos “galanes” estaban enterados de este “triangulo”. ¿Escribí “triangulo”? Corrijo: era cuadrángulo, pues Israel estaba casado.
La relación empezó a producir celos y cierta violencia en Vallarta. Yo no soportaba recriminaciones y en Febrero del 2005, rompí con él, pero le dije que continuáramos siendo amigos, que el caso era un choque de culturas. El amasiato se terminaba. En Julio de 2004, decidí regresar a Francia. Le pedí a Israel que guardara mi ropa y dos pequeños muebles. También le pedí si podía darme posada durante la semana 15 de julio a 21 de julio en la cual vivimos bajo el mismo techo… ya sin relación alguna y hablando de lo que cada uno esperaba de una relación en general. Ahí tuve confirmación de nuestra incompatibilidad.
Del 22 de julio al 9 de septiembre, viví en Francia, en casa de mis padres. No encontré trabajo en mi especialidad, los almacenes de ropa. Vallarta me hablaba muy seguido por teléfono y me dijo que volviera a México, que llegara a su casa con toda confianza y que de ninguna manera él iba a insistirme en reanudar relación sentimental o relaciones sexuales. Entonces regresé a México el 9 de Septiembre del 2005 ya que por desavenencias familiares yo ya no podía quedarme en casa de mis padres. A mi regreso, como me lo había ofrecido Israel, me instalé en su “Rancho” y rápidamente conseguí trabajo. Aunque Israel respetaba bastante mi libertad, me di cuenta de que todavía tenía esperanzas de regresar conmigo y su manera de insinuarse como enamorado me molestaba de alguna manera.
Ya con trabajo en México (Hotel Chapultepec), pasaba todo el día fuera de la casa de Topilejo (el Rancho). Mi horario era de mediodía a medianoche. Y aunque haya vivido del 9 de Septiembre al 8 de Diciembre bajo el mismo techo, los encuentros que tenía con Vallarta se hacían cada vez más esporádicos pues él tenía trabajo y viajaba muy frecuentemente a Guadalajara, a visitar a su esposa y a sus hijos.
El 8 de Diciembre fuimos arrestados en la carretera rumbo a México, mientras llevaba mis últimas pertenencias a mi departamento en la calle Hamburgo que acababa de encontrar. En ese momento el nombre de Florence Cassez era completamente desconocido, no solamente por la opinión pública, sino también por la policía federal y local. La justicia no tenía por qué saber de mi existencia.
Casi todas las notas periodísticas han puesto mucha atención al momento en que fuimos detenidos en la carretera. Pero nadie ha dicho nada acerca de mi relación que mantuve con Vallarta y tengo que corregirlo. Cuando se evocó esta “relación”, se dijo que yo estaba casada con él, o que era la novia de un secuestrador o narcotraficante famoso desde mucho tiempo. La verdad es que no sé nada de las actividades de Israel y no sé si sea culpable o no de secuestro. Quisiera que fuera inocente como yo. A fin de cuentas, mi relación con él fue esporádica, sin futuro (de eso me di cuenta desde el principio), y si sumamos los días que pasamos juntos, el uno con el otro, no llegarían a ser ni un mes…
Si en el momento de mi arresto me acusaron de secuestradora es porque a la policía federal le convenía una nota espectacular. El resto, todos lo sabemos.
Florence Cassez