El 19 Septiembre 2012.
Por Ruth Tamayo Hernández
Genarito no ha dejado de hacer de las suyas, y al escándalo de la balacera que sus genízaros protagonizaron contra unos diplomáticos estadounidenses (eso dijeron que era, pero la realidad nunca la conocimos), episodio registrado en Morelos hace un mes, se suma otro drama en Guerrero. Presto para sacarse la espina de los 16 muertos que aparecieron la semana anterior en Coyuca de Catalán, región de la Tierra Caliente, estando vigente ahí el Operativo Guerrero Seguro, Genaro y sus secuaces atraparon a unos chamacos universitarios, a los que, según la denuncia de los familiares, les sembraron armas y drogas, y los están torturando para que se inculpen de los 16 difuntos que, por cierto, no eran de Michoacán como dijo el gobernador, sino conocidos guerrerenses de los municipios de Arcelia, Tlapehuala y Copalillo. Si debían algo los muertitos, ese es otro cantar y no nos corresponde ni defenderlos ni inculparlos, pero lo que no podemos permitir es que las autoridades, en su ineptitud y para tapar sus omisiones, siembren el terror entre la población civil y se saquen del sombrero, como magos en desgracia, a los chivitos expiatorios que con su sacrificio les lavará la honra.
Los detenidos son personas conocidas en la zona, hijos de familias de buen vivir, que han demostrado qué estaban haciendo a la hora de que fueron aprehendidos como sospechosos, pues andaban haciendo sus prácticas escolares, como estudiantes de la facultad de Veterinaria de la UAG, que tiene su sede en Ciudad Altamirano.
No sé ustedes, mis estimados, pero a esta escribidora siempre le ha parecido que Genarillo es el que le hace el trabajo sucio a Calderón, y por eso tanto lo han protegido. Ni siquiera el caso de la francesa Florence Cassez, a la que se acusa de pertenecer a una banda de secuestradores, y cuya defensa demostró que su aprehensión fue «actuada» por Genarito y sus genízaros, teniendo como invitados a medios de comunicación televisivos, para hacerse imagen de buen policía, no le hizo ni cosquillas. Todo el mundo pensaba que por ese espinoso caso que puso al gobierno mexicano de pique con el gobierno francés del enamoradizo Nicolás Sarkozy, Genarillo sería defenestrado, pero naranjas, para nuestra sorpresa eso no sucedió.
Otro caso espinoso fue el reciente affair que involucra a policías federales encubiertos (vestidos de civil) que persiguieron a una camioneta debidamente identificada con placas e insignias del servicio diplomático americano, y que era conducida por un militar mexicano, sobre la que dispararon sin tregua.
Hasta ahí, se dijo, llegó Genarillo. Pero tampoco se fue. Felipe Calderón ha protegido al máximo a este sujeto cuya riqueza mal habida ya fue exhibida en diferentes medios (Reporte Índigo, por ejemplo), y se cree que ya pidió inmunidad para él al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Se espera, no obstante, que Peña Nieto de un golpe de timón para legitimarse, y la primera cabeza que sin duda rodará será la de García Luna, así como la de algunos gobernadores que según han actuado en contubernio con el crimen organizado, convirtiendo a sus estados en verdaderos campos de guerra (Veracruz, por ejemplo).
Y realmente esperemos que así sea, que el Gavioto se legitime, que nos haga olvidar el fraude y el reparto de tarjetas de despensa Soriana, y el reparto de monederos electrónicos Monex para la compra de votos. Que nos desquite bien el sueldo como servidor público, que al fin y al cabo ya compró la presidencia de la República y no esperó descuento.
Como sociedad no podemos callar ante los atropellos del sistema del gobierno. Los mexicanos padecemos no solamente la violencia que protagonizan todos los días los grupos del crimen organizado, los «enemigos de la patria», como los llama Calderón, sino que también sufrimos la violencia institucional, la peor de las violencias que un pueblo pueda sufrir, porque se usan nuestros recursos y nuestras leyes, para condenarnos.
Son muchas las personas que en este momento están en prisión acusada de crímenes indecibles, sin opción para defenderse. De algún modo, el sistema tiene que cubrir su evidente contubernio con los criminales, porque de otro modo no nos explicamos cómo es que a pesar del despliegue masivo de militares y policías federales, cómo es que luego de 6 años de guerra frontal entre las policías y las fuerzas armadas, sobre los cárteles, estos no solamente aumentaron su presencia en el país, sino que se expandieron como las verdolagas por todo Centroamérica y Sudamérica, y hasta traspasaron el Atlántico, para apoderarse del mercado europeo. Eso es algo que el Felipillo no más no puede explicar, y a estas alturas a nadie engaña. Si los carteles mexicanos extendieron sus reales por todo el orbe, es porque sencillamente tienen todo a su favor, porque la guerra fue ficticia, porque se atacó a unos y se favoreció a otros, porque se han detenido a las cabezas pero dejando intactas las estructuras, sus negocios y sus cuentas bancarias. Es decir, que nunca ha habido una verdadera decisión de control y mucho menos de exterminio, y que todo ha sido una mera simulación.
No en balde México tiene al hombre más rico del mundo, Carlos Slim, y también al hombre más buscado del planeta, el Chapo Guzmán, sobre el cual ya pesa una orden de captura y mediante el mismo plan que Estados Unidos usó para capturar a Osama Bin Laden en Pakistán, donde el fundamentalista tenía sus cuarteles generales. Ese mismo sistema usarán los gringos para capturar al Chapo, según publicó la prensa internacional.
Otra simulación
Volviendo al tema de los «chivitos» que los niños de Genaro se hallaron en Altamirano, parecen olvidar que los homicidas de los 16 de Coyuca dejaron mensajes bien claros, adjudicándose el multi-homicidio, firmándolo incluso con dedicatoria. Y no se vale actuar como si nada supieran, como si fueran a ciegas en este conflicto.
Los jóvenes estudiantes ya fueron arraigados porque no tuvieron 20 mil pesos que exigían los policías federales por cada estudiante para dejarlos en libertad, los padres de familia solamente lograron recolectar 60 mil pesos para dárselos al agente del Ministerio Público Federal. Los padres de los universitarios soltaron el billete y los federales no cumplieron a su palabra, Mario Ballinas arraigó a los universitarios por 40 días y no conforme el sinvergüenza ese deschavetado envió al Centro Nacional de Arraigo de la PGR en la Ciudad de México a los muchachos. Qué manera de aplicar la ley de estos zánganos buenos para nada. Los padres de los universitarios comenzaron una tortuosa batalla para demostrar la inocencia de sus hijos. Si no se mueven, seguramente los en tambarán por años, para que paguen por un crimen que no cometieron. Y esta sí qué es una desgracia, porque se les truncará la vida a estos jóvenes estudiantes, que no son Ninis, que buscan abrirse paso en un México qué cada vez es más ingrato y peligroso. Ojala los federales lleven a la cárcel a los estudiantes, y no los desaparezcan como han hecho con otros jóvenes universitarios, así se las gastan estos miserables, son cientos los estudiantes dé estados de la República, desaparecidos, y otros están en el panteón. La maldición sigue en ciudad Altamirano. ¿Despierten calentanos?
Qué mal plan. Recuerdo a Ghandi, cuando señala «Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena».