Respuesta a Martin Moreno, autor del libro «el Caso Wallace»

Wallace Moreno

 

Dentro de nuestro équipo, me toco estudiar el libro de Martin Moreno titulado “El Caso Wallace”.

libro martin

Estudiar, analizar con ojo crítico, casi científico, y no solamente leer pasivamente como si se tratara de algún texto sagrado. Para ver si encontraba en el algo que acreditara la historia tan mediatizada del secuestro y asesinato de Hugo Alberto Wallace. El libro se presenta como el relato periodístico de la epopeya de Isabel Miranda de Wallace, una mujer dolida en busca de justicia, persiguiendo sin cansancio a los secuestradores de su hijo Hugo Alberto. En apariencia lo es. En apariencia solamente.

En realidad, el estilo tiene muy poco que ver con un trabajo de investigación periodística. La “obra” de Moreno parece, de hecho, un homenaje a la leyenda viva que sería Isabel Miranda. Un personaje que el autor, con su manera romanesca de contar los “hechos”, al estilo de una telenovela, la describe como una superhéroe dotada de súper poderes, como el don de ubicuidad, una capacidad súper humana de recuperación… es más, el libro de Moreno va más allá del simple homenaje al personaje de la Santa Madre con su destino divino (es destacable que Isabel, en sus entrevistas o en numerosas páginas del libro, se alaba de tener una relación bastante estrecha con Dios, privilegio de los místicos y de los esquizofrénicos…) y su increíble capacidad para sufrir y transcender a su dolor: el libro construye el mito, que existe a raíz de él. Tal como si, sin Biblia ni nuevo testamento, no hubiera religión cristiana; sin el Corán, no hubiera islam, podemos afirmar que sin la pluma de Martin Moreno, el caso Wallace no sería más que un chiste. La conversión al escrito de ese cuento que es el caso Wallace, lo convirtió de anécdota a mito, a relato sagrado del peregrinaje de una “humilde” persona, de profesión maestra y directora de escuela primaria, a quien Dios eligió para que cumpliera con su misión, para que a través de ella se realizara la obra divina en la tierra.

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p. 123: “Desde las primeras horas de su calvario…”

p. 53 “La suerte estuvo de su lado.”

p. 58 “La buena fortuna continuaba del lado de Isabel

p. 91: “La ruleta de la vida le ha dado vuelta a su (Freyre) destino y sin importar que caiga en rojos o negros, la pelotita de la suerte, movida por la mano del Diablo, siempre apuntara al número de la desgracia ajena. Así ha vivido. Corazón malvado, alma sin color”

p. 107: “Empujada por la mano del destino, bajo del taxi (…).”

p. 130: “Para fortuna de Isabel, al arranque del sexenio de Calderon, ya estaba José Luis Santiago Vasconcelos como subprocurador jurídico de la PGR. “Dios me lo puso ahí”, suele decir (…).”

p. 144: ““Estoy viva de milagro”, me comento esa noche, aun asustada por el atentado contra su vida.”

No solamente representante (autoproclamada) de la sociedad civil, sino también verdadera “madre universal”, el libro de Moreno fabrica el mito de Wallace, a través de quien Dios habla y se concretiza el bien. Aunque, sin mal no hay bien, por lo que el libro de Moreno tiene que pintar a la vez, a los enemigos naturales del bien o de quien lo representa, a los verdugos del hijo Hugo Cristo, enemigos gracias a los que se realiza la naturaleza súper humana de Isabel Miranda de Wallace, superhéroe de la lucha contra la impunidad y la injusticia, al menos durante el sexenio de Felipe Calderón.

El rol mínimo que desempeñó Martin Moreno en este asunto, seria él de fiel transcriptor de la versión de los hechos tal como los cuenta Wallace. Inspirado por el Espíritu Santo, Martin cuenta la historia como si el lector la viviera a través de los ojos de Isabel, como si la viviéramos en el mismo cuerpo[1].  La otra opción sería que, más allá de haberle dado forma escrita a la historia de Isabel, la hubiera fabricado junto con ella. Martin Moreno se convertiría en el coautor del caso Wallace. Para nada improbable.

Por lo que me da risa y a la vez me escandaliza la proclamación del derecho a la libre expresión y a la difusión transparente de información que invoca Martin en su artículo más reciente, publicado en la muy objetiva revista Excélsior.

“(…) hay un embate contra periodistas que revelamos detalles de secuestros —en este caso el de Hugo Alberto Wallace— con el propósito de no transparentar los hechos, atentando no sólo contra la libertad de expresión, sino lo más grave: el intento de censura contra el derecho de la sociedad a conocer lo que ocurre.”

Bajo el pretexto de la libertad de expresión y el derecho de la sociedad a la verdad, Martin Moreno falseó a sabiendas los hechos, con vistas a que las personas que Isabel Miranda de Wallace acusó del secuestro y asesinato de su hijo estén pintadas, descritas, como culpables.

Martin Moreno además generaliza (al decir “contra periodistas”) lo que existe en contra de un solo periodista: el mismo. Existe una demanda en contra de Martin Moreno y no contra los periodistas en general, aunque si es cierto que muchos presuntos “periodistas” se dedicaron a corroborar sin ninguna prueba, ni verificación, la versión que Wallace dio de los hechos. Sin embargo, la demanda de la que se trata, se interpuso en contra de Martin Moreno específicamente.

Efectivamente, uno de los personajes de la novela “El Caso Wallace”, protagonista contra su voluntad, es Brenda Quevedo Cruz, a la que Martin llama la “Conejita dealer”, acusándola de vender tachas y perico vestida de coneja sexy en los antros del DF. Nosotros empezamos a defender a Brenda poco antes de que ocurriera la liberación de Florence Cassez, aunque estamos enterados sobre el caso Wallace y sobre quién es Isabel Miranda de Wallace desde mucho antes. Pues bien, Brenda desde el reclusorio de Tepic y por medio de su madre, interpuso una demanda contra el autor del libro por difamación en su contra y violación al principio de presunción de inocencia. Martin Moreno – visiblemente incómodo – acaba de subir a la barricada para defenderse contra las acusaciones de la persona a la que él mismo acuso de formar parte de la banda de delincuentes sin nombre, la que supuestamente secuestró, mató y descuartizó al corpulento jugador de futbol Hugo Wallace en una tasa de baño tan pequeña que no entra ni una persona de tamaño digamos… regular.

Empecemos con el apodo de “Conejita dealer” que usa Martin en su libro para dirigirse a Brenda. ¿En qué elementos se basa Martin para comprobar (o hacernos creer) que realmente Brenda se dedicaba a la venta de droga? Pues se basa en una foto de Halloween tomada mientras Brenda, perseguida por Isabel Miranda y su equipo, había encontrado refugio en Estados Unidos. En esa foto, Brenda aparece vestida de conejita, en medio de un grupo de amigos y colegas todos disfrazados. Ahí está la primera prueba. Brenda vendía droga vestida de conejita.

Foto Brenda Conejita Dealer

La otra prueba que invoca el escritor es una declaración de otra acusada en el caso: Juana Hilda Lomeli. El problema es que esa declaración fue obtenida bajo tortura. (Declaracion Preparatoria de J. Hilda 8 abril 2006 Declaracion Preparatoria de J. Hilda 8 abril 2006)

Finalmente, a pesar de reconocer haber usado el apodo de “conejita dealer” para calificar a Brenda, Martin Moreno se quita a si mismo toda responsabilidad de ello. No tendría la culpa simplemente por el hecho de que no le incumbe la paternidad del apodo.

Escribe:

“Vale aclarar que el mote de La conejita dealer no fue acuñado por este periodista. Lo retomé de un periódico capitalino que presentó una nota del reportero Carlos Jiménez, bajo la cabeza de “Brenda distribuía droga”, y como subtítulo de una fotografía en la que se aprecia a Quevedo Cruz disfrazada de “conejita” (incluida en el libro)”

En pocas palabras: Yo, Martin Moreno, no soy quién inventó el insulto, por lo que no soy culpable de usarlo (así como un asesino podría decir: no soy culpable de haber matado a fulano, porque no soy quién fabricó el arma que usé para dispararle. Y la comparación tiene sentido: las palabras son armas a veces más terribles y pueden hacer más daño que armas de fuego). Yo, Martin, no soy culpable de describir a Brenda Quevedo Cruz como una prostituta, una mujer de mala vida que se dedica a seducir hombres, a vender droga y a secuestrar, a pesar de no tener otro elemento para sustentar mis acusaciones que una foto de Halloween y una declaración ya preparada por Isabel Miranda de Wallace y firmada bajo tortura.

Voluntariamente, dejamos a un lado la protesta que formuló Martin, que la demanda en su contra no es legítima porque hay prescripción.

Opuse ante la demanda la “excepción de prescripción en virtud de haber transcurrido más de (2) años contados a partir de la conducta que la parte actora tilda de ilícita, esto es, la publicación de El caso Wallace”.

Me imagino que si el juez tomo el tiempo de convocarlo y la parte acusadora en audiencia, es porque dicha “excepción de prescripción” invocada por nuestro escritor, no tiene tanta validez.

El punto importante es éste: Martin Moreno niega rotundamente haber cometido algún acto reprensible. Afirma que no violó la presunción de inocencia de nadie (en este caso de Brenda). El argumento que invoca no consiste en que nunca se haya pronunciado sobre la culpabilidad o la inocencia de Brenda. Lo ha hecho y lo vuelve a hacer en su artículo. No… el argumento es básico: no violo la presunción de inocencia porqué uno tiene que ser la autoridad competente (jurídica) para respetar o violar dicho derecho. Entonces, la obligación de respetar la presunción de inocencia incumbe a personas que trabajan de leyes y a los demás no… el derecho de reserva de cualquier periodista objetivo cae en el olvido. Escribe:

«En la demanda se me acusa de violar “el principio de inocencia” de Brenda. Mi respuesta legal: “Es falso… toda vez que el mismo es un derecho procesal de carácter penal y no soy autoridad ni tengo facultades rectoras del proceso.”

¿A poco el hecho de no ser juez, o magistrado, o alguna profesión de ese tipo, nos da el derecho de decir todo lo que se nos antoja? Nos da el derecho de manchar la reputación de quién sea.

A ver que dice la constitución:

El artículo 6 de la Constitución política de los Estados Mexicanos dice:

LA MANIFESTACION DE LAS IDEAS NO SERA OBJETO DE NINGUNA INQUISICION JUDICIAL O ADMINISTRATIVA, SINO EN EL CASO DE QUE ATAQUE A LA MORAL, LOS DERECHOS DE TERCERO, PROVOQUE ALGUN DELITO…

Lo que quiere decir que nuestra constitución garantiza la libertad de expresión (la sagrada libertad de expresión bajo la que busca protección Martin) con tal de que no se perjudique a nadie. En el caso concreto del libro de Martin Moreno, dedicado a darle credibilidad a la historia creada por Isabel Miranda de Wallace, la publicación de fotos (hasta la foto de un menor de edad, el hijo de Jael Uscanga) adjunta a la mención repetitiva de que los acusados por esta señora son precisamente los verdugos del desaparecido Hugo Wallace, sin ninguna duda posible (ya que Isabel Miranda de Wallace no duda, más bien la verdad divina le habla a través de su intuición) viola la imagen y la reputación de los que aparecen en estas fotos, así como va en contra de la presunción de inocencia al presentarlos como secuestradores.
En esto reside el daño. La presentación ante los medios de comunicación, por medio de los famosos espectaculares propiedad de Hugo Wallace y de su madre, de los rostros de unos “delincuentes” sin que ellos hayan sido juzgados o sea declarados culpables. Lo mas significativo es que entre el caso Cassez (montaje de una detención que nunca sucedió en realidad en las circunstancias en las que vimos en la televisión) y el caso Wallace (acusaciones directas en contra de personas que fueron declaradas culpables sin que nunca se haya comprobado el secuestro de Hugo Wallace y mucho menos su muerte), hay una similitud, el mismo modus operandi: una violación sistemática a la presunción de inocencia, un efecto corruptor sobre el proceso judicial, un daño irreparable a la imagen, a la integridad moral de la persona a la que se acusa, cuando no hay ninguna prueba pericial que permita hacer pensar que estas personas hayan cometido algún ilícito. En el caso de Florence, el 9 de diciembre, tenía en su contra el testimonio de Ezequiel, un tipo torturado por la Policía Federal de quien se supo después que era hijo de secuestrador. Un tipo mentiroso y aleccionado. Nada más. En el caso de Brenda, se trata de una declaración incriminatoria de Juana Hilda, declaración ilegal, ya que fue tomada bajo tortura y amenazas. Misma declaración que Juana Hilda, una vez a salvo, invalidó y se negó a firmar.
Aquí ponemos los extractos de la declaración bajo tortura de Juana Hilda en la que acusa a Brenda, así como de la declaración siguiente en la que se retracta y explica los motivos para hacerlo.

Un daño irreparable, un daño que el libro de Moreno agravió, un daño, una ofensa repetida que la Asamblea legislativa del DF considera como un delito.

ASAMBLEA LEGISLATIVA DEL DISTRITO FEDERAL, IV LEGISLATURA

(Publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 19 de mayo de 2006)

Artículo 4.- Se reconoce el derecho a la información y las libertades de expresión e información

como base de la democracia instaurada en el sistema de vida fundado en el constante

mejoramiento económico, social y cultural del pueblo que tiene como presupuesto fundamental la

defensa de los derechos de personalidad de los mexicanos.

Artículo 5.- El derecho a la vida privada, al honor y la propia imagen serán protegidos civilmente

frente a todo daño que se les pudiere causar derivado de acto ilícito, de acuerdo con lo establecido

en la presente ley.

 

Artículo 6.- Los derechos de la personalidad corresponden a las personas físicas y son

inalienables, imprescriptibles, irrenunciables e inembargables.

La persona moral también goza de estos derechos, en lo que sea compatible con la naturaleza

jurídica de ésta.

Martin Moreno no parece tener consciencia de que cualquier derecho viene con un deber. En este caso, la libertad de expresión conlleva la obligación de decir la verdad y de no dañar a nadie.

Vilipendia la “estrategia desesperada y hasta tramposa (llevada por) la defensa de Brenda Quevedo Cruz” que consiste en “recurr(ir) a demandas legales contra periodistas y a versiones que al parecer buscan presentar a Brenda como la “Florece Cassez mexicana”, ante su futuro inevitable: la sentencia penal.”

Siempre me fascina la mala fe con la que lobos como Wallace, Moreno y Maria Elena Morera se apoderaron del estatus de víctimas y se vuelven a reivindicar victimas cuando más les convenga. Esos retoños de la administración calderonista, esos activistas infiltrados al mando del poder, han sido los lobos, los atacantes buscando legitimidad en sus acciones (acciones ilegales como la publicación de espectaculares en violación a la presunción de inocencia en el caso de Wallace)  presentándose como víctimas. En su artículo, Moreno se afilia a la estrategia de su comadre y mentora Isabel, y trata a su vez de presentarse como víctima: ¡víctima de una estrategia de defensa!

Los intocables de ayer se están dando cuenta que su tiempo se va acabando. Y temen. La «estrategia desesperada y tramposa» de la que habla Moreno no es tanto la demanda legitima de la familia Cruz por daño moral (y, podríamos agregar, enriquecimiento amoral) a Moreno y su editor, sino la suya: Moreno intenta usar nuevamente la vieja estrategia de la incitación al odio y a la locura contra individuos, manipulando nuestro deseo legítimo de seguridad y nuestra aversión natural al secuestro y al sufrimiento. En realidad, una realidad totalmente ajena a la versión de los hechos que narra en su libro, no hay ninguna prueba en contra de Brenda Quevedo Cruz – tampoco contra los otros acusados -,no hay ninguna prueba de que Hugo Wallace esté muerto (al contrario…). En su contra, Brenda tiene la voluntad tenaz de una mujer que persigue hasta el cansancio a quien se atreve a demostrarle que la teoría del secuestro de su hijo no es verosímil y que probablemente su hijo sigue vivo. Una mujer que no duda en considerarse más allá de las leyes y de la máxima autoridad judicial. Una mujer que violó la constitución al “hacerse justicia por su propia mano” cuando lo prohíbe el artículo 15 de la constitución. Una mujer sin embargo cada vez más sola y que ya no respalda la administración corrupta de Calderón con la que ella pactó.
Tuvimos que esperar 8 años (y en nuestro caso, trabajar más de 5) para lograr la liberación de Florence Cassez, acusada y condenada con base a testimonios falsos de parte de personas que probablemente nunca fueron secuestradas. Un caso fabricado por Eduardo Margolis, amigo de Isabel, Genaro García Luna (amigo de Eduardo), Luis Cárdenas Palomino (brazo derecho de Genaro), y aprobado por Calderón (un loco borrachón). Brenda ya lleva 7 años encarcelada. Su expediente esta vacío. No tiene el perfil de una secuestradora. Le pesa la mala suerte de haber sido novia de Jacobo Tagle a quien Isabel Miranda odia profundamente por una razón que todavía no podemos explicar, y la necesidad que tenia Miranda de fabricar una banda de secuestradores para acreditar la tesis del secuestro de su hijo.

 

«Recordemos que algunos de sus coacusados pertenecientes a la banda de secuestradores capitaneada por César Freyr eya fueron sentenciados: Freyre, a 131 años de prisión; los hermanosTonyy Alberto Castillo Cruz, a 93 años, y Juana Hilda González Lomelí, a 78 años. En proceso: Brenda Quevedo Cruz, detenida en 2007 en el restaurante Tapas Mojito, de Louisville, Kentucky, donde trabajaba bajo el seudónimo de “Nadia Vázquez, venezolana”; y Jacobo Tagle Dobin, aprehendido en diciembre de 2010.»

…Nos dice Moreno. Y olvida a Jael Uscanga, también acusado por Isabel, aunque no lo menciona Moreno como plagiario de Hugo. Foto espectacular Jael

 

Todos torturados. Y con mucha perseverancia, estamos ganando nuestro enfrentamiento a la lentitud complice de la CNDH de Raúl Plascencia para lograr que se compruebe la tortura a la que fueron sometidos. Lo mejor que puedehacer la CNDH para recuperar un poco de la credibilidad que 7 años de complicidad con Miranda le hizo perder, sería que haga su trabajo y deje de guardar en sus cajones las pruebas de tortura física y sicológica de todos los acusados por esa Señora.

En su ira y su odio a Florence Cassez que le inoculó Miranda, Moreno nos hace un regalo precioso. Nunca tuvimos la pretensión de considerar a Brenda como la Florence (Moreno escribe Florece) Cassez mexicana. El caso de Florence y él de Brenda no son los mismos. Tienen sus particularidades, sus especificaciones. Sin embargo, así como lo mencionamos en nuestra nota adjunta al artículo de Luis Miguel, existen similitudes: el mismo modus operandi, la misma violación sistemática a los derechos fundamentales y a la presunción de inocencia, la complicidad de los medios de comunicación y de los noticieros, el linchamiento mediático, la incitación al odio… A lo que se agrega, en el caso de Brenda: la tortura, de la que ahora tenemos una prueba contundente.

Y la Suprema Corte de Justicia tuvo el valor de afirmar la prioridad absoluta de las garantías individuales contra las arbitrariedades del Estado (Calderón), de las autoridades (Policía Federal), y de los poderosos (los “representantes” autoproclamados de la sociedad civil). También la denuncia importantísima del efecto corruptor enraizado en la violación a la presunción de inocencia. Wallace sabía que la liberación de Florence (inocente) significaba la posible libertad de los inocentes que ella acuso en su propio caso. Por eso estaba lista (loca) para organizar manifestaciones exigiendo la destitución de Olga Sánchez Cordero. Lo bueno es que nadie le hizo caso a esta pobre mujer dañada del coco. Ella y Moreno pudieron engañar el pueblo por el efecto de sorpresa cuando salió a la luz la historia fabricada del secuestro de su hijo, tan increíble que todos acabamos identificándonos con ella y con su supuesto dolor.

¿Qué decir del falso dilema con que Moreno termina su artículo?

«Ya veremos si la justicia capitalina actúa en favor de una sociedad agraviada por la criminalidad o respalda y se dobla ante una presunta secuestradora, como la SCJN lo hizo con Florence Cassez.»

Le podría contestar que la justicia no se dobla. Puede a lo mejor errar, como lo hizo durante 8 años con Florence Cassez, por el poder que ejercía un gobierno panista corrupto, por las amenazas (que hasta recibieron los Magistrados de la Suprema Corte), pero siempre gana. Siempre triunfa la verdad. Por esa razón, Martin, vas a caer. Y luego caerá Wallace. Es inevitable.


[1] Lo que explica las numerosas menciones de las sensaciones vividas por Isabel en su propio cuerpo.

p. 76: «Isabel sintió una descarga eléctrica en todo el cuerpo.»

p. 31 “Perdió el sentido y se desmayó. Parecía un infarto (…) Al cabo de unos minutos pudo recuperarse. Devastada por dentro, regresó al edificio y entró

 

10 comentarios en “Respuesta a Martin Moreno, autor del libro «el Caso Wallace»

  1. ESTE ES UN VERDADERO TRABAJO DE INVESTIGACION, DIGNO DE SER LEIDO Y PUBLICADO EN ESTA PAGINA Y EN OTRAS MAS, LA CLARIDAD Y VERACIDAD CON LA QUE SE ENUNCIAN DATOS IMPORTANTISIMOS ES REALMENTE SORPRENDENTE.
    EL CREADOR DE ESTE ANALISIS MERECE APLAUSOS, QUE FORTUNA CONTAR CON PERSONAJES PENSANTES COMO USTED, QUE NO SE DEJAN MANIPULAR POR EL PODER MEDIATICO,
    SE DAN A LA TAREA ARDUA Y DURA DE INVESTIGARRRRRRRRRRRR, VERIFICARRRRRRRRRRR Y SABEMOS QUE ESO ES MUCHO TRABAJO.
    GRACIAS SEÑOR POR EXISTIR.

  2. SI CREO QUE MUY PRONTO SE VA DESCUBRIR QUIEN ES LA FAMILIA DE ISABEL MIRANDA WALLACE Y SU HIJO EL EN EL NARCO POR QUE CUANDO EL HIJO SALIO DE LA CARCEL EL SE DESAPARECIO PARA PODER SEGUIR CON EN EL NARCO PONGANSE A PENSAR Q NO PUDO DEJAR EL NARCO

  3. EXCELENTE TRABAJO DE INVESTIGACION. YA BASTA DE TANTA CORRUPCION, YA BASTA DE TANTA IMPUNIDAD. LAS CARCELES ESTAN LLENAS DE INOCENTES QUE LES FABRICAN DELITOS. PRESENTE ESTA EL CASO DEL INDIGENA ALBERTO PATISHTAN, QUIEN ES ACUSADO DE ASESINAR A 7 POLICIAS SIN PRUEBAS, YA LLEVA 13 AÑOS ENCARCELADO, HA HECHO TODO PARA SU LIBERTAD, AMPAROS, APELACIONES, INCLUSIVE HA ACUDIDO A ORGANISMOS INTERNACIONALES SIN QUE HASTA EL MOMENTO SALGA DE LA CARCEL. FELICITACIONES A LA PERSONA QUE LO REALIZO.

  4. QUISIERA ENVIAR POR ESTE MEDIO MIS BENDICIONES Y UN ABRAZO ENORME A LA SEÑOR MADRE DE BRENDA, SÉ MEJOR DE LO QUE SE PUDIERA IMAGINAR LO QUE ESTA PASANDO ESTOY EN UNA SITUACIÓN SIMILAR PERO PRONTO PRIMERAMENTE DIOS TODO SALDRÁ A LA LUZ Y ESA GENTE SUFRIRÁ LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS PORQUE LO QUE ESTÁ VIVIENDO LA FAMILIA DE BRENDA NO SE LE DESEA A NADIE, ÁNIMO SEÑORA YA VERÁ COMO HASTA EN LO QUE VEMOS MÁS GRAVE HAY UN PROPÓSITO… EXCELENTE TRABAJO FELICIDADES !!

  5. Todo lo que se dice aquí es la verdad, yo soy Carlos Argel Ferrat García, y fui compañero de celda de Albert Castillo, en Puente Grande, y presencié cuando se llevaron a torturarlo, en una de las bodegas de la aduana de personal,y como regreso golpeado y con marcas de axficcia en su cuello, y con un miedo reflejado en sus rostro y su mirada.. El fue torturado por Miranda Wallace.

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